Sin duda una de las plantas medicinales más utilizadas desde la antigüedad por la medicina tradicional. De todas sus cualidades, son sus aplicaciones externas las más populares. Sin embargo, el interés que despierta esta planta aromática en la actualidad radica en el potente efecto antioxidante de algunos de sus componentes.
Sus principios activos se concentran en sus hojas y, a veces, sus flores. Las primeras son opuestas, coriáceas y estrechamente lineares, pueden llegar a medir hasta 3 cm de largo y 4 mm de ancho, y sus márgenes enteros enrollados hacia abajo hacen que parezcan casi cilíndricas.
Propiedades en aromaterapia
Otro de sus excelentes cualidades está en relajar y reducir el estrés; al mismo tiempo, también es uno de los aromas más utilizados cuando se trata de reanimar la mente y el cuerpo, al punto de ayudarte a mejorar funciones intelectuales esenciales, y entre otros:
Desinflama y relaja el cuerpo
Estimula la memoria y la concentración
Purifica el cuerpo, el alma y el espíritu
Descongestiona el sistema respiratorio
Ayuda contra la fatiga física o mental
Combate las energías negativas
Estimula la circulación para que el cabello crezca más rápido
Fortalece las raíces
Da más fuerza al cabello fino o quebradizo
Controla la grasa del cuero cabelludo
Ayuda a quitar la caspa
Detiene la caída del cabello
Es ideal para todas cualquier tipo de cabellera
Los cuidados
Dos son los factores de mayor cuidado: luz y temperatura
La luz adecuada para el romero es necesario que sea natural y directa, pues requiere bastante sol y luz. No obstante, hay que procurar que en el verano no se quede la planta todas las horas de calor en el sol directo, porque será fácil que sus hojas se quemen debido a la poca profundidad de sus raíces al estar en una maceta. Por ello, en épocas de mucho calor y sol, lo mejor es buscarle un sitio con sol y sombra y en épocas frías buscarle el lugar con más luz natural posible.
La temperatura óptima para la planta se encuentra en climas templados y cálidos. Sin embargo, puede adaptarse a temperaturas frías. Así, no aguantará las granizadas, heladas y bajadas de temperatura bruscas, pero tampoco el sol en exceso.
En conclusión, la planta está habituada a tener épocas de sequía y épocas con más cantidad de agua, aunque nunca en exceso. Por tanto, no necesita una humedad excesiva pero si riegos frecuentes.